Esta exposición fue una verdadera sorpresa para mí. La mirada humanista y penetrante de Vivian Maier, con sus retratos, me sumergió en los retratos de Diego Velázquez, que enfatizaba “respeto, verdad y dignidad para todos”.
“La mirada eleva el cuerpo y toda mirada descansa en la mirada del otro.” Pascal Quignard, Vie Secrète, 1998, Ed Gallimard
La carrera de Vivian Maier (Nueva York, 1926 – Chicago, 2009) es atípica y, sin embargo, es una de las más grandes fotógrafas del siglo XX.
Fue en el centro de la sociedad estadounidense, en Nueva York a partir de 1951 y luego en Chicago a partir de 1956, donde esta institutriz observó meticulosamente el tejido urbano que ya reflejaba los grandes cambios sociales y políticos de su historia.
Era la época del sueño americano y de la modernidad sobreexpuesta, cuyo reverso constituye la esencia misma de la obra de Vivian Maier.
Así, la exposición termina con un magnífico mensaje:
“Hay algo en el espíritu humano que sobrevivirá y prevalecerá, hay una pequeña luz brillante que arde en el corazón del hombre y no se extinguirá, por muy oscuro que sea el mundo” León Tolstoi, La Sonata Kreutze, 1889